Para implementar una intervención pedagógica que fomente competencias interculturales, es esencial incorporar actividades que promuevan la conciencia real de la interculturalidad. Juegos de rol, círculos de narración y otras actividades ofrecen elementos de aprendizaje experiencial, permitiendo que los estudiantes exploren y aprecien las diferencias culturales de manera respetuosa y empática. Sin embargo, se ha observado que el éxito de estas actividades depende en gran medida de la disposición y habilidades de los docentes para facilitar discusiones significativas y reflexivas. La formación continua de los educadores en competencias interculturales es crucial, subrayando la importancia de un enfoque sistemático y continuo en la formación docente.
En conclusión, desarrollar una propuesta intercultural que respete los lineamientos y principios trabajados, requiere un compromiso colegiado para establecer acuerdos en dimensiones pedagógicas y organizativas. Esto implica cualificar a los docentes mediante comunidades profesionales de aprendizaje, permitiéndoles re-contextualizar ambientes diversos según Bernstein (1988, citado en Carrasco, 2023, p. 247). Esto según Mockus(1994), implica la noción de ser un “traductor”, capaz de transitar por diferentes sistemas culturales para lograr auténtica interculturalidad. Así, el docente se convierte en un "anfibio cultural", facilitando el tránsito de conocimientos entre diversas culturas coexistentes.
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