Las características de la sociedad actual tienen un rol fundamental en el proceso de identificación cultural de los individuos de la sociedad. Las migraciones, las telecomunicaciones y el tránsito de información han transformado los conceptos base del reconocimiento entre individuos tales como la territorialidad, el origen y la pertenencia.  Por tal motivo es importante que la escuela como institución influyente en la formación de los ciudadanos tenga en cuenta para la construcción de sus propuestas educativas, diferentes enfoques culturales, que permitan el desarrollo de actitudes positivas en torno a la diversidad cultural. 

Los términos cultura, pluriculturalidad, multiculturalidad e interculturalidad han cobrado un lugar protagónico en las propuestas educativas actuales, además presentan aún multiplicidad de interpretaciones, lo que en el plano discursivo  resulta problemático, ya que puede existir una incoherencia entre lo que se plantea teóricamente y lo que se realiza en la práctica. Por tal razón, consideramos que es importante para los docentes esclarecer a qué enfoque cultural se adhiere su propuesta educativa y en esa misma línea determinar qué valores se desarrollan al poner en marcha dichas propuestas. 

Frente a los retos que presenta la globalización y los modelos educativos que generalmente se encuentran saturados de enfoques occidentales, las comunidades de México, Chile y Colombia demuestran, a través de sus experiencias y respuestas estratégicas, la complejidad de los esfuerzos necesarios para la preservación de sus culturas y lenguas. Esta dinámica no solo resalta la necesidad de una reflexión crítica sobre cómo se valoran, integran y gestionan las diversidades culturales y lingüísticas dentro de los sistemas educativos, sino que ofrece perspectivas valiosas que pueden enriquecer las políticas y prácticas educativas a nivel global, orientándolas hacia un enfoque más inclusivo, respetuoso y originalmente intercultural. 

La base fundamental para la interculturalidad es el respeto, entendiéndolo como el reconocimiento de lo otro, de lo que está fuera del círculo propio. Esto se puede lograr cuando desde la primera infancia, se forma para ello.

Los esfuerzos académicos intelectuales ya sean individuales o dentro de las comunidades, deben continuar con las contribuciones para el debate en torno a la diversidad, con el ánimo de encontrar posibilidades de respuesta a problemáticas tanto en política pública, como en el ámbito de la ética; unidas marcarían el derrotero para encontrar posibilidades de interacción y convivencia equitativas, respetuosas y justas. 

Para responder a la cuestión de cómo diseñar o construir un marco de referencia ético universal, que emane de los propios contextos y actores en la interacción pedagógica (estudiantes y profesores), y opere bajo un enfoque de reconocimiento y respeto con metodologías participativas, es necesario considerar varios aspectos. 

Primero, basándonos en los diferentes textos que respaldan esta reflexión, es esencial identificar algunos valores fundamentales que sostengan este marco ético, como el respeto, la equidad y la justicia social. En segundo lugar, este marco debe ser producto de la participación activa y democrática de todos los actores en la acción pedagógica. Por lo tanto, es esencial que sea flexible y adaptable, permitiendo su contextualización de acuerdo con las características culturales, sociales, económicas y políticas de las comunidades involucradas en los procesos.

 Además, este marco ético debe promover el reconocimiento y el respeto por la diversidad, la pluralidad y las diferencias individuales y colectivas. Para lograr esto, es fundamental adoptar metodologías activas que fomenten la participación, el trabajo en equipo y el desarrollo de competencias ciudadanas. Estas metodologías podrían incluir técnicas como el aprendizaje cooperativo, el aprendizaje basado en proyectos y el aprendizaje-servicio, entre otros.

 Por último, pero no menos importante, este marco ético debe ser objeto de una evaluación y revisión continua. Esto asegura que siga siendo relevante y eficaz en la promoción de los valores éticos deseados en la interacción pedagógica con mira hacia la interculturalidad.


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