ABSTRACT
Keywords: Diversity, culture, intercultural education,
pedagogical practices.
Socioculturalidad
La coexistencia de diversas culturas dentro de una sociedad desempeña un papel fundamental en la configuración de su propia dinámica, influenciando la forma en la que las personas interactúan entre sí. En la época actual, uno de los desafíos más importantes de la humanidad, es entender el mundo en el que vivimos y esto sólo es posible a través de la apreciación y comprensión de la diversidad que lo compone. Según Reynosa et al. (2019) esto implica ir más allá del mero reconocimiento de los rasgos culturales, superando el paradigma tradicional, en el que el saber se percibe como un elemento finito y estable, mediado por las estructuras de poder dominante que privilegian y estipulan lo que es bueno o malo; verdadero o falso, a través de la visión que su sistema de valores les provee, generando así división, segregación, deslegitimación y discriminación frente a aquello que se opone a sus concepciones, valores o preceptos.Así pues, para avanzar hacia la aceptación y el respeto genuino por el otro, es esencial adoptar una mirada abierta e inclusiva que promueva la igualdad, la justicia y la equidad en todos los niveles de la sociedad. En este sentido, resulta imperativo reflexionar acerca de la manera como las personas perciben y se relacionan con los elementos culturales sean estos propios o ajenos, ya que a partir de dichas relaciones se adoptan diferentes enfoques que pueden de diferentes maneras promover o no, dichos valores.
Walsh (2012) diferencia estos enfoques de conceptualización de la diversidad cultural y sus relaciones a través de los prefijos multi, pluri e inter, indicando así que, la multiculturalidad hace referencia a la diversidad de culturas presentes en un espacio específico, sin que sea requisito que estas culturas tengan una conexión o interrelación entre sí. El segundo, la pluriculturalidad, se centra en la dinámica socio-cultural producto del mestizaje y la tercera, la interculturalidad, se distingue por abordar relaciones culturales complejas que implican negociaciones e intercambios, con el objetivo de promover una interacción entre personas que provienen de diferentes contextos culturales. Cada uno de estos enfoques con características y retos diferentes, describe las relaciones culturales que pueden establecer las comunidades.
En el contexto latinoamericano, el enfoque que recibe mayor adhesión es el enfoque intercultural. Según Mercado (2015), existe una fuerte tensión entre el modelo económico predominante en el mundo occidental, que ha permeado las instituciones de la sociedad, y la nueva perspectiva cultural. Esta última se erige como un grito emancipador que redefine el discurso social, desafiando lo establecido. Es probable que esto se deba en gran parte a que la esencia latina tiene sus raíces en un encuentro cultural marcado por la violencia, la discriminación y la segregación. Por esta razón, resulta crucial reconsiderar los paradigmas socioculturales que guían a la sociedad, valorando y validando sus características y saberes.
Resumen
Este documento presenta una revisión teórica acerca del término
diversidad y sus implicaciones en la educación latinoamericana. El objetivo del
presente artículo es explorar y describir cómo las prácticas pedagógicas pueden
transformarse mediante la inclusión de elementos culturales en el discurso
educativo, a través del análisis de las categorías: cultura, pluriculturalidad, multiculturalidad e interculturalidad.
Esto teniendo en cuenta, que la inclusión de elementos culturales no sólo tiene
que ver con el desarrollo de competencias cognitivas, sino también
actitudinales. Se utilizó un enfoque de análisis documental, examinando
artículos científicos relacionados, para observar la evolución del concepto de diversidad
y fundamentar los fenómenos sociales derivados de las particularidades de la
realidad contemporánea. Este artículo concluye exhortando a la necesidad de
reconocer y abordar de manera efectiva los elementos culturales en las
prácticas pedagógicas, a la luz de los retos y oportunidades que la diversidad
presenta en el contexto educativo latinoamericano. En este sentido, subraya la
importancia de que la escuela, como institución vital en la formación
ciudadana, incorpore en sus propuestas educativas un enfoque cultural
consciente, que promueva el desarrollo de actitudes positivas hacia la
diversidad cultural, sirviendo de esta manera como un pilar para una educación
trascendental e inclusiva.
Palabras clave: Diversidad, cultura, educación
intercultural, prácticas pedagógicas.
Abstract
This document presents a theoretical review about the term diversity and its implications in Latin American education. The objective of this article is to explore and describe how pedagogical practices can be transformed through the inclusion of cultural elements in educational discourse, through the analysis of the categories: culture, pluriculturality, multiculturalism and interculturality. All this bearing in mind that the inclusion of cultural elements not only has to do with the development of cognitive skills, but also attitudinal ones. A documentary analysis approach was used, examining related scientific articles, to observe the evolution of the concept of diversity and substantiate social phenomena derived from the particularities of contemporary reality. This article concludes by urging the need to recognize and effectively address cultural elements in pedagogical practices, in light of the challenges and opportunities that diversity presents in the Latin American educational context. In this sense, it underlines the importance of the school, as a vital institution in citizen education, to incorporate in its educational proposals a conscious cultural approach, which promotes the development of positive attitudes towards cultural diversity, thus serving as a pillar for a transcendental and inclusive education.
Keywords: Diversity, culture, intercultural education, pedagogical practices.
Introducción
En la actualidad, el término "diversidad" ha adquirido una destacada relevancia en el discurso social y académico. Este concepto abarca una amplia gama de características, identidades y perspectivas que coexisten en una comunidad o grupo de individuos. En este sentido, el término diversidad va más allá de las diferencias visibles, considerando también aspectos como valores, creencias y experiencias. Según la UNESCO (2001), la diversidad no sólo incluye la multiplicidad de identidades culturales y lingüísticas, sino también la riqueza de expresiones artísticas, religiosas y sociales en una sociedad.
Es claro, que las características de la sociedad
actual, han permitido cuestionarnos de manera profunda acerca de los principios
éticos y morales sobre los cuales se edificó la sociedad de siglos pasados y
cómo la sociedad del siglo XXI, permeada por la información, las
telecomunicaciones y el fenómeno migratorio reclama una reestructuración en la
que se dé una formación, que permita no sólo un reconocimiento; sino un trato
igualitario a los rasgos particulares que definen a los grupos o comunidades de
la sociedad global, promulgando así valores como el respeto, la tolerancia, la
empatía, la justicia y la paz.
Esa reestructuración implica que todas las instituciones que conforman la sociedad asuman desde su fundamentación este nuevo discurso, en el que la diversidad se convierte en un garante para la justicia (UNESCO,2010) un motor para la innovación(Cox,1994) y una fuente de enriquecimiento cultural (Taylor, 1994). En este sentido, la escuela como institución encargada de la formación de la ciudadanía tiene un rol fundamental en la manera en la que se percibe, se reconoce, se habla y se enseña dicha diversidad, razón por la cual resulta relevante estudiar la manera en la que las prácticas pedagógicas pueden transformarse al abordar este concepto, mediante un diseño curricular mucho más abierto a la inclusión explícita de elementos culturales, donde realmente se pueda hablar de educación integral y del desarrollo de competencias cognitivas, procedimentales y actitudinales que acerquen más a los individuos y promuevan el desarrollo social en todas sus dimensiones.
Revisión documental
La revisión documental brinda claridad con miras a establecer bases conceptuales y posibilidades metodológicas para el diseño de propuestas educativas, que van desde el reconocimiento de la diversidad en el entorno escolar, hasta llegar a propuestas y debates que giran en torno a la interculturalidad como solución o alternativa para la buena convivencia entre culturas. Para la realización de este ejercicio se escogieron cuatro textos base:
El primer artículo, de María del Mar Bernabé Villodre, titulado "Pluriculturalidad, Multiculturalidad e Interculturalidad: Conocimientos Esenciales para la Labor Docente", subraya la necesidad de comprender a fondo la terminología asociada al fenómeno migratorio. La autora argumenta que este conocimiento es crucial para diseñar e implementar propuestas educativas que atiendan a estudiantes inmigrantes. En este sentido, destaca la importancia de que estas propuestas estén respaldadas por bases teóricas claras en cuanto a los conceptos clave como cultura, pluriculturalidad, multiculturalidad e interculturalidad. Se enfatiza principalmente en el rol del docente, quien desempeña un papel fundamental en la promoción de una educación equitativa para estudiantes de diversas culturas.
El segundo texto titulado "La Interculturalidad" del Ministerio de Educación Nacional de Colombia, en colaboración con la Organización de Estados Iberoamericanos OEI, aborda el desafío de promover relaciones e interacciones más equitativas, respetuosas y justas entre las personas. Para lograrlo, propone la interculturalidad como un proyecto orientado a desarrollar los aspectos mencionados, con un enfoque especial en la primera infancia como grupo de influencia. El objetivo es evitar que los grupos étnicos sean relegados al olvido colectivo, promoviendo el respeto y la valoración de la diversidad. Esto, a su vez, requiere una autorreflexión y sensibilización por parte de los responsables de la educación, entre los que se incluyen los docentes, así como de la comunidad en general.
En el tercer documento titulado “Prácticas pedagógicas interculturales: reflexiones, experiencias y posibilidades desde el aula, Resumen Ejecutivo, sistematización de experiencias de comunidades escolares” se evidencia la importancia de reconocer la diversidad en el entorno escolar, con el ánimo de promover políticas inclusivas, para lo cual es imprescindible desarrollar competencias en los docentes, que permitan lograr una educación de calidad y equitativa. Para ello, el texto nos muestra el debate sobre las políticas educativas en el reconocimiento de las diversidades en el entorno escolar, lo cual conlleva a un impacto en el aprendizaje y la convivencia y su consecuente riesgo de vulneración de derechos a los estudiantes; la causa recae en la no comprensión de los sesgos y estereotipos sociales, aumentando las brechas y las acciones discriminatorias y bajando las expectativas de aprendizaje.
Metodología
El diseño metodológico del presente artículo considera los principios de la investigación documental, donde a partir de una indagación bibliográfica base de cuatro textos se establecen unas categorías de análisis, que permiten explorar y describir cómo las prácticas pedagógicas pueden transformarse mediante la inclusión de elementos culturales en el discurso educativo. Los textos que guían este análisis son:
1) La pluriculturalidad, la multiculturalidad y la interculturalidad: Conocimientos esenciales para la Labor Docente.
2) La interculturalidad; un material que implementa un proyecto desde un contexto Colombiano con la primera infancia y los actores implicados en la educación e interacción con dichas poblaciones para promover una convivencia entre los grupos étnicos.
3) Prácticas pedagógicas interculturales y finalmente,
4) La interculturalidad- Mirada Crítica.
Al abordar el material anteriormente mencionado se realiza una aproximación a los componentes de la diversidad a través de la inclusión de elementos culturales en el ámbito educativo que es el eje central del presente documento, haciendo una construcción desde la revisión descriptiva que según Aranda, Mitru y Costa (2009) brinda al lector actualización frente a conceptos relevantes en campos que evolucionan frecuentemente. “Este tipo de revisión tiene una gran utilidad en la enseñanza, y también interesará a muchas personas de campos conexos, porque leer buenas revisiones es la mejor forma de estar al día en nuestras esferas generales de interés” (p. 116).
La hermenéutica fue utilizada como el principal dispositivo para abordar las temáticas planteadas en el artículo, dicho recurso se implementó no sólo como un elemento para la comprensión textual, ya que como lo exponen Arráez, Calles y Moreno de Tovar (2006) un texto al ser específicamente analizado, se condiciona a través de la voz, el contexto y la historia de un autor; por otro lado, Cárcamo (2005) le alude a la hermenéutica el papel de ir más allá de una simple interpretación textual, para avanzar en la proposición del autor y materializar la propuesta “ la hermenéutica, o más bien, quien la utilice deberá procurar comprender los textos a partir del ejercicio interpretativo intencional y contextual. Dicho proceso supone desarrollar la inteligibilidad del discurso contenido en el texto; en gran medida se trata de traspasar las fronteras contenidas en la física de la palabra para lograr la captación del sentido de éstas en tanto plasmadas en un papel” (p. 207).
Resultados
Pluriculturalidad, multiculturalidad e interculturalidad, conocimientos necesarios para la labor docente
Abrazar la diversidad en la vida académica engloba, en primera instancia, el reconocimiento y validación de las características que poseen las personas. Estas particularidades son utilizadas en la interacción social para formar diversos grupos, estableciendo así el proceso de identificación. En función de estos atributos, ciertas personas se agrupan o distancian, dependiendo del nivel de afinidad que logren establecer. En este proceso intervienen elementos relacionados con los hábitos, costumbres, tradiciones, la historia social y política e incluso con aspectos de naturaleza biológica y fisiológica. Por otro lado, supone entender cómo el manejo de estos rasgos identitarios afecta las diversas interacciones que los individuos establecen tanto con otros individuos, como con el grupo con el que se identifican.
De acuerdo con Villodre (2012) para lograr que las sociedades avancen en el reconocimiento de las culturas desde el respeto, se hace necesario que se den procesos que favorezcan el intercambio entre las culturas que se encuentren en el territorio. En este punto la autora resalta que existen circunstancias importantes que deben tenerse en cuenta a la hora de realizar tales propuestas de intercambio, destacando el especial cuidado que se debe tener en el campo educativo, y exhorta a la realización de esta labor a los docentes, ya que en últimas son en la práctica, los encargados directos del proceso de formación.
Por tal razón la autora considera pertinente realizar una aclaración conceptual, ya que por su complejidad estos términos cuentan con un gran número de interpretaciones, lo que puede dar lugar no sólo a confusiones y malos entendidos; sino a un uso desmedido de términos como cultura, pluriculturalidad, multiculturalidad e interculturalidad, en el afán de adherir el discurso de diversidad cultural al discurso educativo.
Así pues, el término base sería el de cultura. Villodre (2012) define la cultura como “ un conjunto de elementos simbólicos, económicos, materiales, que marcan las actuaciones sociales y familiares del individuo; sin olvidar que se ve influida por el desarrollo histórico y por la educación recibida a lo largo de la vida: a través de ella el ser humano toma conciencia de sí mismo y se reconoce como algo en constante construcción” (p,69). Así las cosas, esta definición determina qué rasgos son considerados parte de la cultura y se le adjudica un rol importante al campo educativo, por cuanto su acción tiene influencia en el proceso de reconocimiento de los individuos.
En el caso de la pluriculturalidad, Villodre (2012) define este concepto como la coexistencia de diversas culturas en un mismo espacio geográfico o social. Se enfoca en la valoración y respeto por las distintas manifestaciones culturales presentes en una sociedad. En este sentido, es esencial para los docentes comprender y reconocer esta diversidad en el aula, ya que influye en la formación de los estudiantes y en la construcción de una convivencia armoniosa. dadas las circunstancias, la pluriculturalidad marcaría una etapa inicial del proceso de intercambio cultural, que incluso podría considerarse como insuficiente, pues apenas es un reconocimiento de la diversidad.
En lo que respecta al concepto de multiculturalidad la autora se refiere al reconocimiento y aceptación de la diversidad cultural como una característica inherente a una sociedad. En el ámbito educativo, implica diseñar estrategias y métodos pedagógicos que se adapten a las particularidades culturales de los estudiantes. Esto contribuye a una educación más inclusiva y equitativa, donde se promueve el respeto por las diferentes tradiciones, creencias y valores. esta concepción
Para Villodre(2012) El concepto de interculturalidad va más allá de la mera coexistencia y aceptación de culturas diversas. Se trata de un proceso dinámico de interacción y diálogo entre diferentes culturas, con el objetivo de generar aprendizajes mutuos y enriquecedores. En el contexto educativo, implica promover espacios de encuentro y colaboración entre estudiantes de distintos orígenes culturales, fomentando así la comprensión y el respeto entre ellos.
Estos conocimientos son fundamentales para el desempeño eficaz de los docentes en un entorno cada vez más diverso y globalizado. Donde la aparición de nuevos fenómenos como la migración, desdibujan las ideas que se tiene sobre territorio e identidad, pues las características culturales se entremezclan creando formas híbridas, lo que hace menos obvio el proceso de reconocimiento cultural. En este sentido, la habilidad de reconocer y gestionar la pluralidad cultural en el aula es un reto que no sólo enriquece el proceso educativo, sino que también contribuye a la formación de ciudadanos conscientes, respetuosos y abiertos al mundo, lo que implicaría una apuesta mucho más abierta a la formación integral ciudadana.
Las características de la sociedad actual tienen un rol fundamental en el proceso de identificación cultural de los individuos de la sociedad. Las migraciones, las telecomunicaciones y el tránsito de información han transformado los conceptos base del reconocimiento entre individuos tales como la territorialidad, el origen y la pertenencia. Por tal motivo es importante que la escuela como institución influyente en la formación de los ciudadanos tenga en cuenta para la construcción de sus propuestas educativas, diferentes enfoques culturales, que permitan el desarrollo de actitudes positivas en torno a la diversidad cultural.
Los términos cultura, pluriculturalidad, multiculturalidad e interculturalidad han cobrado un lugar protagónico en las propuestas educativas actuales, además presentan aún multiplicidad de interpretaciones, lo que en el plano discursivo resulta problemático, ya que puede existir una incoherencia entre lo que se plantea teóricamente y lo que se realiza en la práctica. Por tal razón, consideramos que es importante para los docentes esclarecer a qué enfoque cultural se adhiere su propuesta educativa y en esa misma línea determinar qué valores se desarrollan al poner en marcha dichas propuestas.
Frente a los retos que presenta la globalización y los modelos educativos que generalmente se encuentran saturados de enfoques occidentales, las comunidades de México, Chile y Colombia demuestran, a través de sus experiencias y respuestas estratégicas, la complejidad de los esfuerzos necesarios para la preservación de sus culturas y lenguas. Esta dinámica no solo resalta la necesidad de una reflexión crítica sobre cómo se valoran, integran y gestionan las diversidades culturales y lingüísticas dentro de los sistemas educativos, sino que ofrece perspectivas valiosas que pueden enriquecer las políticas y prácticas educativas a nivel global, orientándolas hacia un enfoque más inclusivo, respetuoso y originalmente intercultural.
La base fundamental para la interculturalidad es el respeto, entendiéndolo como el reconocimiento de lo otro, de lo que está fuera del círculo propio. Esto se puede lograr cuando desde la primera infancia, se forma para ello.
Los esfuerzos académicos intelectuales ya sean individuales o dentro de las comunidades, deben continuar con las contribuciones para el debate en torno a la diversidad, con el ánimo de encontrar posibilidades de respuesta a problemáticas tanto en política pública, como en el ámbito de la ética; unidas marcarían el derrotero para encontrar posibilidades de interacción y convivencia equitativas, respetuosas y justas.
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Metodología
La escuela como espacio formativo contiene una parte fundamental que tiene que ver con la transformación profunda del individuo como ser social y cultural. Sin embargo, desde el modelo educativo tradicional no se logra desarrollar esta dimensión. De esta forma, la presente propuesta de intervención pedagógica para el fortalecimiento de competencias interculturales, busca promover el avance de habilidades que permitan a la comunidad educativa a través de la experiencia promover valores como la inclusión, la igualdad, la equidad y la justicia. Esta propuesta contiene las fases que se muestran en el siguiente cuadro y que van en concordancia con los niveles del desarrollo moral propuesto en el modelo teórico de Kohlberg (2002, p. 3-6).
El modelo consta de tres fases, siendo la primera la fase conceptual, que busca diseñar criterios y marcos de referencia para seleccionar actividades y recursos para la propuesta educativa. Se establecerán grupos de trabajo con docentes para consensuar los lineamientos que formarán parte del andamiaje de la propuesta. Como resultado, se obtendrá un marco de referencia y conceptual acordado por todos los miembros del equipo docente, junto con los lineamientos base para el componente procedimental.
La segunda fase, de planificación, tiene como objetivo diseñar estrategias de intervención adaptadas a la población estudiantil, seleccionando actividades apropiadas para cada encuentro y desarrollando instrumentos para seguimiento y retroalimentación. Se establecerán grupos de trabajo para construir y diseñar actividades e instrumentos en línea con las etapas de las intervenciones pedagógicas. El resultado serán actividades coherentes con la estructura acordada y los instrumentos de evaluación y seguimiento.
La tercera fase de implementación, tiene como objetivo ejecutar las actividades acordadas con el grupo de intervención, enfocándose en la evaluación y retroalimentación para realizar ajustes necesarios. La implementación se estructura en etapas: sensibilización y diagnóstico, fundamentación, desarrollo y aplicación, y construcción de propuestas para intervención en la comunidad (mesas de resolución de conflictos, mesas promotoras de paz e interculturalidad, etc.). Cada etapa cuenta con instrumentos de evaluación para medir el desempeño en dilemas morales y así valorar los avances.)
En la etapa de sensibilización y diagnóstico, el objetivo es identificar el desarrollo moral de los participantes a través de tareas tipo problema en juegos de cooperación. La metodología incluiría actividades de motivación como autorreflexión dirigida, observación y discusión de situaciones, juegos de roles y estudio de casos. Se implementaría la estrategia de dilemas morales propuesta por Kohlberg, que incluye puesta en común, discusión en el aula y conclusiones.
Para alcanzar el desarrollo de estos componentes se deben diseñar actividades que cubran momentos y etapas. Una posible estructura podría ser la que contiene un primer momento llamado inicial, el cual tiene una etapa de motivación. Viene posteriormente un momento de desarrollo que contiene dos etapas; la de explicación y la de aplicación para llegar finalmente al momento de cierre compuesto por las etapas de evaluación y de retroalimentación.
Delimitación interdisciplinaria
En 1948, la Declaración Universal de Derechos Humanos se estableció como el primer documento global que expone una larga lista de derechos que abarcan un conjunto de situaciones en relación a lo humano, creando así los fundamentos necesarios para abordar las diversas relaciones sociales y culturales de los individuos, haciendo énfasis en la educación como elemento clave en la promoción de dichos derechos, “La educación apuntará al pleno desarrollo de la personalidad humana y al fortalecimiento del respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales. Promoverá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones, los grupos étnicos y religiosos y demás actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz” (Art. 26, párr. 2).
De esta forma, las competencias interculturales nacen bajo la lógica de los derechos para fomentar una cultura de coexistencia pacífica y armoniosa. Además, La Declaración Universal sobre Diversidad Cultural afirma que “«nadie puede invocar la diversidad cultural para atentar contra los derechos humanos garantizados por el derecho internacional ni para limitar su alcance» (2001, p. 27). Esto quiere decir que los derechos humanos y la diversidad cultural deben existir en simultaneidad, siendo el diálogo intercultural y la diversidad cultural esenciales para fortalecer el acuerdo global sobre los derechos.
Para sostener una cultura global sustentada en los derechos humanos, es necesario tener habilidades para llevar a cabo diálogos interculturales, a través de los cuales los miembros de diferentes grupos puedan aprender unos de otros. Los derechos humanos brindan un terreno común en estos diálogos y son parte de un plan para promover una cultura de paz. El informe Learning: the Treasure within de la UNESCO resalta cuatro pilares de la educación: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser. De allí, que las competencias interculturales, sean fundamentales para "aprender a vivir juntos" en un mundo que se globaliza a un ritmo acelerado, lo que implica la necesidad de entender las diferencias culturales y los beneficios del cambio cultural ( UNESCO, 2017, p. 12-13).
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El concepto de diversidad en la educación ha evolucionado a lo largo de los años, pasando de ser un enfoque centrado en la igualdad de acceso y oportunidades a un reconocimiento de la diversidad como un recurso para el aprendizaje y el desarrollo. Durante el siglo XIX y principios del siglo XX, la educación que se había centrado en gran medida en la homogeneización de la cultura, hizo un fuerte énfasis en el desarrollo de habilidades cognitivas y académicas, considerando que en el proceso educativo el factor cognitivo cumplía un papel determinante.
Sin embargo,
a mitad del siglo XX con el movimiento de derechos civiles en los Estados
Unidos y otros movimientos sociales alrededor del mundo, se empezó a reconocer
la necesidad de igualdad de acceso y oportunidades en la educación; pero no fue
hasta finales de este mismo siglo y a principios del siglo XXI que la idea de
diversidad en la educación comenzó a cambiar de un enfoque en la igualdad de
acceso, a un reconocimiento de la diversidad como recurso para el aprendizaje.
Fue así como
la UNESCO en los años 90, comenzó a destacar la importancia de la educación
inclusiva y la no discriminación, haciendo declaraciones y adoptando
convenciones para afirmar el derecho de todos a la educación, promoviendo la
educación inclusiva, y enfatizando en la integración educativa para las
personas con discapacidades. La Declaración de Salamanca de 1994 abogó por la
inclusión de todos los niños, y en 2006, la Convención sobre los derechos de
las personas con discapacidad de la ONU dedicó un artículo completo a la
educación, promoviendo la igualdad de oportunidades educativas para todos
(Muñoz, 2018).
Partiendo de
este contexto, en la actualidad el tema de la inclusión educativa en América
Latina, aunque influenciado por directrices internacionales, ha experimentado
avances significativos en los últimos años, ya que siendo una sociedad
caracterizada por su multiculturalidad y diversidad étnica ha comenzado a reconocer
la importancia de considerar la socioculturalidad y la diversidad pedagógica
como elementos claves para fomentar un aprendizaje significativo y promover una
coexistencia armónica en las aulas, lo que a su vez, propicia la formación de
actitudes positivas, con la meta de que éstas tengan un impacto mayor en la
sociedad del futuro.
Dado
entonces que la diversidad es una constante en todos los procesos de la
educación, como lo plantea Reyes (2023), surge la necesidad de implementar una
pedagogía que considere las características individuales y el contexto
sociocultural de cada persona, entendiendo que el desarrollo humano es el
resultado de la interacción constante entre elementos orgánicos y factores
sociales. Esta interacción crea una instancia de experiencia social, en la que
la naturaleza cultural de dicha experiencia se convierte en una parte integral
de cómo una persona piensa. Así pues, el objetivo de este ensayo es examinar
cómo la interacción entre la socioculturalidad y la diversidad pedagógica
impacta en el ámbito educativo, resaltando su influencia y analizando tanto los
desafíos como las posibilidades que presenta.
Ávila (2018) manifiesta que el enfoque
sociocultural en la educación, consolidado en las últimas décadas del siglo XX,
ha demostrado ser una perspectiva invaluable en la comprensión del proceso de
enseñanza-aprendizaje. A medida que avanzamos en el siglo XXI, esta perspectiva
sigue siendo relevante y, en muchos aspectos, más crucial que nunca. La
socioculturalidad reconoce que el aprendizaje es un proceso profundamente
arraigado al entorno cultural y social de los estudiantes. Aunque estas ideas
fueron desarrolladas por Vygotsky en el siglo pasado, su relevancia no ha
disminuido en la actualidad. Al contrario, en un mundo interconectado, donde
las culturas se entrelazan constantemente, comprender cómo la cultura, el
lenguaje y la interacción social influyen en el aprendizaje sigue siendo
esencial.
Esta primera mirada acerca de la socioculturalidad fue el gran paso que permitió a la educación dar un mayor valor a dos aspectos que hoy consideramos fundamentales dentro del campo educativo, por un lado la interacción social en el proceso de aprendizaje y por el otro, la necesidad de incorporar elementos culturales para fomentar el desarrollo de actitudes apropiadas para abordar la diversidad, tanto en el entorno educativo como en la sociedad en general.
A partir de este enfoque, una de las principales
áreas de transformación en los sistemas educativos de América Latina, debido a
las características sociales y culturales que presenta el continente y a
fenómenos como la colonización y la
migración, se ha centrado en la inclusión y la equidad. Muchos países han
implementado políticas y programas que buscan reducir la brecha educativa entre
diferentes grupos sociales incluyendo aquellos de bajos recursos, comunidades
rurales y poblaciones indígenas. Lo anterior, corresponde a los procesos de la
socioformación (Vázquez et al., 2017), que se puede llevar a cabo en diferentes
contextos educativos, ya sea en el aula, en proyectos comunitarios, en
actividades extracurriculares o incluso a través del uso de las tecnologías de
la información y comunicación. En este sentido, cualquier herramienta puede ser
un recurso valioso para promover la interacción social y la colaboración entre
los estudiantes, permitiendo la conexión con personas de distintas partes del
mundo, ampliando sus perspectivas.
En Espinosa (2016), la pedagogía enfocada en la
diversidad se define como una pedagogía del diálogo; la cual implica un
compromiso con la escucha activa y la expresión de ideas. En un aula diversa,
esta pedagogía se traduce en la apertura a las múltiples voces y perspectivas
presentes. Es un enfoque que no sólo busca enseñar, sino también aprender de
los estudiantes, respetando sus ritmos y estilos de aprendizaje únicos. La
interacción social y la participación activa pueden potenciar el aprendizaje,
ya que, al discutir ideas, debatir y colaborar, los estudiantes profundizan su
comprensión de los temas y adquirirán nuevos puntos de vista. Además, al
trabajar en equipo, se promueve el intercambio de conocimientos, la
construcción colectiva del saber, el respeto a la diferencia y la validación de los conocimientos que se
alejan de la tradición occidental, la cual sin duda era la base de la educación
del siglo XIX.
En este sentido, la pedagogía sociocultural se
distingue claramente del enfoque tradicional de enseñanza. A diferencia de este
último, no sólo se concentra en el desarrollo de habilidades cognitivas, sino
también en actitudes. Se centra en la valoración y celebración de las
identidades y culturas individuales de los estudiantes en lugar de intentar
homogeneizarlos. Promueve la tolerancia, la solidaridad y el respeto mutuo en
el aula. Asimismo, reconoce la diversidad no sólo como un acto de justicia,
sino también como un medio para enriquecer la experiencia educativa de todos
los estudiantes.
La diversidad pedagógica se centra en la
adaptación de las prácticas educativas para abordar las necesidades individuales
y grupales de los estudiantes; reconociendo que los estudiantes tienen diversas
formas de aprender y diferentes niveles de habilidad. Los enfoques pedagógicos
inclusivos buscan crear ambientes de aprendizaje que sean accesibles para todos
los estudiantes, independientemente de sus diferencias. La perspectiva
sociocultural nos permite explorar cómo las personas utilizan y transforman
herramientas y tecnologías culturales, y cómo se involucran en prácticas
sociales, discursivas y culturales en sus vidas cotidianas. Es importante
señalar que estas prácticas son dinámicas y cambian en función de la
interacción interpersonal, los objetivos de la tarea y el contexto en
evolución.
En contraste con enfoques que conciben la
cultura como un conjunto de variables independientes, el enfoque sociocultural
la deja ver como una práctica de individuos específicos. Reconoce que las
actividades socioculturales y los procesos psicológicos operan en diferentes
niveles de análisis y no pueden entenderse mediante relaciones mecánicas. Más
bien, se enfoca en estudiar en detalle las características de las actividades
socioculturales y cómo influyen en el desarrollo humano.
El éxito de las diferentes estrategias que se
implementen, ya sean a nivel de política pública, lineamientos, decretos,
leyes, entre otros, no cobrarán valor sin la integración de cada uno de los
miembros implicados en el proceso de enseñanza - aprendizaje ( De la Oliva et
al., 2015). Es por ello que junto a lo mencionado con respecto al enfoque
sociocultural, planteamos la socioformación en la educación como un enfoque
pertinente para propiciar el desarrollo sociocultural bajo la premisa del
respeto por el otro.
De acuerdo con Martínez et al. ( 2019), la socioformación en la educación en primer
lugar, implica la incorporación de elementos pedagógicos centrados en el
estudiante, promoviendo su intervención
en el proceso de aprendizaje, fomentando el desarrollo de habilidades
sociales y emocionales, y brindando
herramientas para comprender y analizar su entorno social. En este sentido, el
aprendizaje experiencial, la metodología de proyectos y el trabajo colaborativo
son algunas de las estrategias pedagógicas que se utilizan para promover la
socioformación en la educación.
En segundo lugar, la socioformación en la educación implica la incorporación de temas y problemas sociales relevantes en el currículo escolar. La educación debe ser un medio para la construcción de una sociedad más justa e inclusiva, y esto implica que los estudiantes deben aprender sobre temas como la diversidad cultural, la igualdad de género, la justicia social y el medio ambiente. La incorporación de estos temas en el currículo escolar les brinda a los estudiantes la oportunidad de reflexionar sobre su papel en la sociedad y les proporciona herramientas para actuar de manera responsable y comprometida.
En tercer lugar, la socioformación en la educación implica la construcción de un ambiente escolar inclusivo y democrático. La escuela debe ser un espacio en el que todos los estudiantes se sientan acogidos y valorados, independientemente de su origen social, cultural o étnico. Para lograr esto, es fundamental que los docentes y las autoridades escolares promuevan y generen espacios para que los estudiantes se involucren en la toma de decisiones y fomenten la creación de un clima de respeto y tolerancia.
En cuarto lugar, la socioformación en la educación implica la promoción de la educación para la ciudadanía. La educación para la ciudadanía es un enfoque pedagógico que tiene como objetivo desarrollar habilidades sociales, emocionales y éticas en los estudiantes para que se conviertan en ciudadanos activos y comprometidos en su entorno social. La educación para la ciudadanía brinda a los estudiantes la oportunidad de aprender sobre los valores democráticos, la justicia social y los derechos humanos, y les proporciona herramientas para actuar de manera crítica y responsable.
Tras reconocer que tanto la sociedad como la
escuela deben centrarse en la diversidad para abordar de manera completa las
necesidades de la sociedad, y comprender que el desarrollo profundo del
conocimiento sólo puede lograrse a través de una perspectiva social, donde la interacción
y el diálogo con el otro juegan un papel crucial en el proceso de aprendizaje,
surge un nuevo paradigma que va más allá de la mera aceptación de la diversidad
y la promoción de valores inclusivos. Este concepto, conocido como
sociointerculturalidad, implica un análisis crítico de la integración de la
cultura en el aula y la gestión de las relaciones sociales.
Según Guerra y Meza (2014), la
sociointerculturalidad va más allá al enfocarse en la interacción activa y el
diálogo entre diferentes culturas, promoviendo la comunicación y el
entendimiento entre personas de distintas culturas. Este enfoque reconoce que
la diversidad cultural no solo debe ser observada pasivamente, sino que también
debe ser activamente abordada y valorada, especialmente en contextos donde
varias sociedades y sus culturas se reúnen en eventos regionales, nacionales o
institucionales como parte de su historia política. En estos escenarios, la
sociointerculturalidad se plantea como un holograma con efectos dinámicos entre
las microestructuras y las macroestructuras, demostrando la interdependencia de
diversos aspectos culturales en juego.
De esta manera, el reto de la educación del
siglo XXI está enmarcado en tres aspectos fundamentales, en primer lugar
comprender la responsabilidad de la escuela como institución mediadora entre el
mundo familiar y el mundo social, donde el objetivo es formar de manera
integral a la ciudadanía. En segundo lugar, la comprensión de los fenómenos
sociales actuales a partir de los conceptos diversidad e inclusión, que exigen
olvidar la idea de unificación o uniformidad, y en tercer lugar, la
implementación de planes de trabajo para la transformación de la educación
desde una perspectiva crítica, que reivindique e imparta al tiempo justicia en
la formación.
La socioculturalidad y la diversidad pedagógica son enfoques fundamentales en la educación contemporánea. Su relevancia se ha mantenido y fortalecido en un mundo interconectado y diverso. Estos enfoques no sólo enriquecen la experiencia educativa de los estudiantes, sino que también promueven la equidad y la inclusión. La educación del siglo XXI exige un compromiso con el diálogo, el reconocimiento de la diferencia y la adaptación pedagógica para satisfacer las necesidades individuales. En última instancia, la socioculturalidad y la diversidad pedagógica ofrecen un camino hacia una educación que refleje y celebre la riqueza de la diversidad humana, yendo más allá de la adquisición de conocimientos para llegar a una formación de carácter integral y humanista.
Es importante destacar que, si bien hemos
explorado la relevancia de la socioculturalidad en la educación, también existe
otro concepto relacionado que merece atención: la sociointerculturalidad. A
menudo, estos términos se utilizan de manera intercambiable, pero tienen
enfoques ligeramente diferentes.
Como ya vimos, la socioculturalidad se centra en
cómo la cultura y el entorno social influyen en el aprendizaje y el desarrollo
cognitivo de los estudiantes. Reconoce la importancia de considerar el contexto
cultural y social en el proceso educativo, promoviendo una mayor comprensión de
las diferencias culturales y su impacto en la enseñanza y el aprendizaje.
Ambos enfoques, la socioculturalidad y la
sociointerculturalidad, son importantes en la educación, ya que complementan la
comprensión de cómo la cultura y la diversidad influyen en el proceso
educativo. Al considerar ambas perspectivas, podemos construir aulas y entornos
educativos más inclusivos y enriquecedores para todos los estudiantes.
No obstante,
vale la pena resaltar finalmente que aunque los cambios en las actitudes y
prácticas a nivel de aula y escuela son importantes para promover e implementar
la propuesta de la socioculturalidad, sin un cambio en las políticas públicas,
estos esfuerzos pueden ser limitados y descoordinados, ya que éstas
proporcionan el marco y el apoyo necesario
para un cambio sistémico y coherente hacia una educación de calidad con
una visión real de enfoque en derechos.